Mi postal favorita de invierno,
sigue siendo tu nariz fría. Los espacios vacíos en plaza públicas y algunos
domingos. Tu vestido, que nunca comprendí. Tus zapatos (que siempre deteste). Esas
sandalias cafés que jugaban con tus tobillos. El frente de tu casa en donde
alguna vez dormí. Mis audífonos (que suelen durar poco). Los recorrido kilométricos
para regresa con prisa al menor llamado. Los choferes molestos del bus, además de
los tipos ebrios.
La ciudad en la que alguna vez
crecí (si es que alguna vez lo hice). Odio a tu gato y él lo sabe. No soy bien
recibido en la cena. Yo también me incomodaría si me viera desde afuera. Mi bigote
es lo más absurdo del mundo, dejando de lado mi estúpido corte de cabello. el
parche que suelo llevar a veces y la gorra de invierno.
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