“no hablar de ti sería un crimen”
Querida, cuando se trata de ti, siempre creo estar en
aprietos; sé que necesito un abogado, pues no quiero perderte en esta ciudad
que se vuelve una masa constante de cuerpos fundidos por el calor que se deja
sentir, esta ciudad fundida entre contaminación y árboles talados; suceden crímenes,
suceden todo el tiempo.
Un ejemplo plausible es el crimen de verte perturbada y con
la cabeza llena de dudas, llena de melancolías y situaciones que poco apoco te
van mermando de la rutina; el verte con el alma en un hilo es un crimen que debería
penarse con la muerte.
Ay de mí, de cometer alguna vez un crimen tan atroz. A penas
y puedo perjurio de tu mirada, la flagrancia de tus labios. Soy el imputado de
siempre, el imputado por gusto, que muere por su querer.
Toda esta querella que se bien de improviso, donde cambio ágilmente
entre el acusado y la parte querellante; uno va exigiendo los miércoles, los
jueves y uno que otro fin de semana. Otros van reclamando las llamadas y
mensajes.
Yo preferiría apostarlo todo al rojo, el rojo de tus labios
obviamente, me guió por casualidades; las casualidad que hasta este momento van
marcando la pauta de todo este vacío legal.