Un día como de golpe llegare a la ultima hoja de mi
moleskine, en donde tantas veces te ame y odié. En cualquier momento podría
parar de escribir, pues no quiero ser un peligro para mi integridad, sobre todo
un sábado por la noche cuando no hay nadie en casa.
Veré algunas notas algo ajenas a mí. No se sinceramente si
se trata de ti o no. Pero no he olvidado lo que rayaste en mi pared y eres lo
primero que veo al despertar.
Mi ojo me hace un guiño emocional que seguido decido
ignorar. Pero no estoy aquí para hablar de todo lo que no soy y lo que no será,
tampoco quiero ser ese viejo recuerdo gastado. Más bien quiero ser tu moneda de
la suerte. Ese evento fortuito que te deja feliz, incluso hasta que se vuelve a repetir. No quiero ser el
fantasma de tu partida y justo aquí es cuando vienes y bailamos hasta llegar a
la sala y luego al final de todo bebemos café.