Una mirada mas de cerca

30.7.15

waiting for the moon to rise



Las nuevas memorias se escriben con tus brazos abiertos, mientras sonríes y me abrazas. A lo lejos descansan la tristeza y el mar de oportunidades que conlleva. No hay nada en este mundo que no quiera para ti en un domingo.

Es tarde para volver a casa y los regresos siempre me han parecido absurdos. Tengo esa leve sensación de fuga, mientras te quiero en la premura de la lluvia que se evapora sobre el asfalto.

De pronto hay algo en tu mirar que sorprende los encuadres venideros; perplejos, sin escape y aguardando su destino, los asaltas de un golpe. Acorralados como un  domingo en sus últimas horas, se mantienen firmes esperando su destino, destino que ignoran del todo. A lo lejos veo que caminas en mi dirección y entonces el privilegio es mío, la más grande de las victorias

24.7.15

Real



He regresado del desierto, he vuelto de entre las hierbas y el no-sonido; a momentos todo era tan perfecto, como tenerle entre las sabanas mientras el sábado se mantenía en la cumbre. Otros días era una cosa totalmente distinta, como mantenerse al margen de todo, mientras ella iba encontrando su espacio.

¿Somos la misma persona?

Hoy por ejemplo, me desperté pensando en real, en el silencio que tenía por las noches, en las estrellas y su panteón, que aunque concurrido mantenía un aura de misterio  (como tus ojos, que a pesar de conocerlos y saberlos, me siguen intrigando) el silencio en el desierto es lo que me cautiva, el saberme con el eco de mis pensamientos, una fuga absoluta de urbanidad, de las cosas que nos mantienen atados a nuestras formas de lidiar con lo cotidiano; pero sobre todo ella, que nunca es algo cotidiano.


Entre todo el regreso, la parte que tengo más presente fue el pasar por el túnel, el ir con el par de monedas en la mano, esperando el cobro por cruzar el umbral de la conexión. Me hace sentido la muerte y sus procesos, el sueño con lo desconocido y el indagar en relaciones familiares.


Hace un par de días soñé con un tío que falleció hace unos años, él tenía una camisa a cuadros, sus lentes y un chaleco de los que le caracterizaban durante las cabalgatas. estábamos en algún lugar cercano a mi casa, caminando, viendo las fachadas y esperando el amanecer. en algún punto me dio curiosidad como era el estar muerto, el saber que hay después de todo el umbral extraño que suelen comentar; de golpe lance la pregunta:

-¿Cómo es estar muerto?
- es algo lúgubre, pero tranquilo, no hay más.
-¿Y cada cuándo puedes venir de visita?
-pues cada siete meses…

Respecto a mi tercera pregunta, la cual no tengo del todo en claro, recuerdo solo que era una pregunta importante, pero nos ganó el sol, las aves cantando y las personas saliendo a correr, de pronto estábamos en la plaza detrás de mi casa.

Al despertar no había más la rutina.