Nunca me he
considerado una persona de deporte, así como hay personas que no se consideran
de gatos o perros. Probablemente es que ese asunto me tiene sin mero cuidado y
para no sonar tan lerdo me gusta decir que no soy de deportes. Me gusta el
tenis, pero no lo considero un deporte dentro de mi vida. Suelo estar con mis
pensamientos, lo cual creo es una terapia que deberían tener todos, les guste
el tenis o no.
La ciudad se ha
puesto a modo, con este clima que me
hace pasearme por las aceras. Me ha bajado el ritmo de los pasos y las maneras
en las que la vista me va dictando los paisajes. De cierto modo creo que no me sentiría
igual de cómodo en otra ciudad. Después de todo lo que ha venido sucediendo, me
siento con la seguridad de decir que esta ciudad es mía. No creo que sea de los
empresarios, me atrevo a decir que repudio la idea enérgicamente. No es del narcotráfico
porque ellos no saben apreciarla. No tengo muy en claro su visión sobre lo que está
sucediendo, pero si pudieran tener unos momentos de claridad con lo que tiene
en frente, no estarían explotándola como lo hacen.
Una ciudad
bondadosa, para un montón de gente abusiva. Incluso las personas amables son
recias en su ser. Como en todo hay excepciones, como la pizza de los viernes,
el corporativo en el piso 9, la tienda de la esquina donde la agencia y el
metro.
A veces me
siento como un foráneo en los territorios naturales de mi condición como
estudiante. Debe ser extraño sentirte como un foráneo en tu propia ciudad. Como
descubrirle otro aspecto a la ciudad que tanto vives y sueñas. La idea cercana
que tengo es la vivir en un sótano por alguna calle poco transitada del centro.
Luego me atrapa
la idea de soñar con gente desconocida. No desconocida del todo, sino una conjunción
de rasgos extraños tomados aleatoriamente de todas las personas que veo en el
día. Así pues, tomaría los labios de la dependienta de la papelería, las
mejillas de la chica que estaba leyendo en el metro, tu cabello corto y
dependiendo el día de la semana, cambiara el si llevan bata o no.
Tengo la
inquietud de saber si la ciudad está en común acuerdo conmigo. Si sabe que la recorro
como con una forma humana. Sintiendo su carácter en constante cambio. Sabes, ella
y yo nunca nos vamos a terminar de entender. No necesito entenderla, o al menos
quiero pensar eso. Me basta con saber que nos movemos a la par, sin saber lo
que piensa uno del otro, los silencios en las plazas públicas, los recuerdos
atorados que se soslayan entre las rejillas de lugares públicos y el aroma que
con el invierno suele durar un poco mas