Nosotros en nuestro delirio quedamos calmos en un escenario contemplativo despreocupado.
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Uno de los últimos buenos gestos
que puedo tener en la vida, es poner de contacto de emergencia alguien que me
detesta, alguien que me aborrece y se alegra de mis malos momentos, de esa
manera, en cuanto tenga un percance y este de gravedad, o muerto en el peor de
los casos; alguien va a llamarlo y avisarle que estoy muerto o en vías de
estarlo.
De cierta manera el poner a un
ser querido de contacto de emergencia es un gesto egoísta, pues se espera la
preocupación, el saber que mínimo tenemos importancia aún y cuando esta persona
no pueda hacer nada mediato para solucionarlo, lo dejamos cargado con la
preocupación a la espera de lo peor.
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