La alarma ha pasado de largo, no
hay tiempo para descubrir el ¿por qué? Mientras
tomas una ducha breve, el poco tiempo para tratar de descubrir cómo te sientes
se escapa por la coladera. El almuerzo se ha enfriado antes de tiempo, sales a
prisa y descubres que después de todo hace un lindo día y el cielo claro te recuerda
que pasarás un largo tiempo entre las paredes de la oficina.
Afuera en el mundo real la gente
sigue teniendo los problemas habituales, un tipo toca el claxon esperando
mejorar el flujo del tráfico; en la esquina no hay tiempo para dejar a un peatón
cruzar, mientras tanto los vendedores ambulantes comienzan a estorbar y la
gente de los autos se pone agresiva con las personas incorrectas.
De pronto la pantalla de tu móvil
te recuerda a personas que no te interesan del todo y te narra con detalle sus
pensamientos, de lo más superficial hasta sus miedos racionales.
Tu billetera ha realizado un
viaje en otra dirección, mientras tu estomago te informa que tal vez hubiera sido
una buena elección; las horas pasan y no existe el consuelo de algún oasis-bocadillo.
Tanto café y las ausencias solo acrecientan la gastritis y el día parece ir más
lento que en cualquier otro lugar.
Hay gente entrando, saliendo y
saludando cada dos minutos; después de un rato responder el gesto es meramente
un reflejo absurdo.
Tu sketchbook grita “vayamos fuera,
vaguemos un poco” y prefieres cerrar lentamente la mochila, pues hay una pila
de pendientes en tu escritorio que comienza derrapar; la junta se ha adelantado
y un idiota insiste en saber que hay de nuevo; caes de pronto en cuenta que no
te molesta su insistencia, lo que molesta es darte cuenta que simplemente no
hay más. todo sigue un curso absurdamente lineal. El día no ha terminado, aún
falta el regreso coincidir con los mismos extraños y transportarse en silencio.
Tu billetera ha regresado y te
cuenta lo lindo de su día, el parque, las personas y las aves, pero estas
cansado y simplemente quiere estar en algún lugar lejano, donde no existan días
como hoy, te envuelves lentamente entre las sabanas hasta quedar dormido.
Al fin encontraste el despertador.
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