Hoy regresaron de nuevo, fue como
ver a un amigo de toda la infancia ya cuando se es adulto y se está bien
inmerso en toda la sarta de problemas que conlleva; entre la renta y los gastos
fijos que se tienen al final del mes, las declaraciones y el lidiar con el
contador; regresaron. Hacía tiempo que no se les dejaba ver ni un rastro, ni un
esbozo de lo que iban, es por eso que cuando llegaron pase el día entero en una
especie de trance, no termine mi café, la cama quedó a medio tender y ni hablar
de los platos.
Al comienzo, estaba frente a un
espejo, al parecer en un cuarto de baño que desconozco, o bien pudiera ser que
se trate de muchos cuartos de baño, pero en el instante no podía determinar qué
de cada cual. Parece ser que procedía a peinarme como de costumbre y esto no me
hizo extrañar, no siquiera al verme barbado, ni con el cabello no tan largo; había algo de vapor
en el ambiente, el espejo se complicaba entre el reflejo y mi presencia.
Lo que más me hizo cuestionarme
todo, fue el momento en el cual se me comenzó a desprender el rostro, el quitar
de manera premeditada cada capa restante,
el verme deformado entre el paño del espejo, las capas malformadas de mi
cara, y la sangre.
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