Eres el lugar en el que quiero
estar siempre, aún y cuando implica el traslado. Gustoso documento las
extensiones de mi mente, voy extendiendo mis pliegos, de pronto la ciudad se
asemeja a un lugar maravilloso del cual tengo un vago recuerdo, tu silencio es
la noche y tus brazos son los sillones
en los cuales me mantengo cautivo, el martes se vuelve un fadeout de la semana
y su azote repentino, las llamadas justo antes de salir se vuelven
insignificantes. Con un movimiento simple me llamas, es algo cautivante y delicado,
me sorprende poder entenderlo. Quisiera una inherencia mutua como la libertad
es a nosotros, unos lapsus donde todo tenga su lugar en el universo y sin
embargo tener la misma sensación de caída libre, el caer completamente el uno
en el otro sin ningún control.
De pronto soy solo un viajero entre tus costas, sorteando
los peligros y las vistas salvajes, sabiendo que en cualquier momento se puede
dar la tregua entre lo caótico de la situación. No hay prisa, pero tampoco es
camino por el cual apurar el paso.
En la periferia las botellas se van llenando de ingenuidad,
esta noche no queda más que ser unos extraños que se esfuman entre las calles
del centro.
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