Creo en el canto de las aves, sus avisos y sus ritmos constantes; creo en la brisa que genera el aleteo insaciable de querer alimentarse; creo en lo furtivo de sus movimientos mientras la lluvia ataca; también creo que, en determinado momento, todos somos pichones, pero no queremos admitirlo del todo. Creo en los pequeños brincos para no joderlo todo. Creo en los árboles y en su método prismático para devolverle a su entorno los colores que absorben. Creo que eres un idiota, pero también creo que yo soy un idiota, así que no estoy muy seguro. Creo en la regla de tres simple y en los métodos científicos, en la observación, comparación y ejecución como método empírico ante la vida. Creo en los martes, porque no mamen, son martes. Sobre todo, creo en mí, lo que se supone que eso signifique.
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