Hoy la ciudad esta bonita
(estaba) entre lo nublado y el aire recorriendo calles, uno puede decir que se
siente en casa. la gente abarrotando casi todo, pero aun así me agrada la sensación
de soledad que de momento solo pueden brindar los extraños. el futuro nos
aterra (mentira), no del todo pero siempre se encuentra uno con el miedo a la decisión
incorrecta, almenosnosoyyo.
Desde pequeño la pareidolia
siempre me pareció más un don, un regalo, algo que siempre mantiene al cerebro
al tanto de todo lo que sale, se mueve y se deja ver. por ejemplo: las nubes,
arboles, sombras, casas, vehículos y gente también.
luego sigue uno creciendo y va
teniendo menos experiencias relacionadas, va mermando el saquito de creatividad
y se va limitando a ver el reloj, los archivos finales, la cara de tu jefe, el
gesto de los extraños (cada vez más desconfiado) tiene uno que andar justificando
todo con la tranquilidad y el dormir y calmarse un poco con los viajes y los
paisajes; que eso no está del todo mal, pero en algún momento entre tanto viaje
y momentos de sentirse siempre cambiando, en el viaje eterno, uno quiere dejar caer
las anclas y sentirse en casa, sentirse tranquilo sin moverse y en tierras
profundas y montañas elevadas el mar más cercano es el cielo y es entonces
cuando las anclas son la mirada y las nubes las rocas que pueden atañer nuestro
retorcido fin, pero no, ya hemos dejado que la vida nos ahogue demasiado tiempo
entre sus situaciones saladas.
Entonces, no queda más que
ahogarse entre todo lo que sucede.
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