Lentamente el velo ha caído y justo ahora puedo ver tu mirada
de manera directa. Hay algunos ruidos ambientales que dispersan mi atención.
Esa vieja canción
que siempre te roba tu lugar.
La noche se ha vuelto tu único refugio, contrariamente a las
mañanas que solía detestar. La próxima vez que decidas aparecerte en medio de
una noche habitual de lunes, por favor llama antes, tengo una toronja que
espera mi completa atención.
Alguien debería
avisarme que realmente no llevo una vida tranquila.
Mientras tú hablas en presente, hay un retraso entre lo que
preguntas y lo que contesto. Me gustaría que entre nosotros existiera un delay
menor a los dos minutos y diez segundos que vienen calando desde hace tiempo.
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