Querida:
A mi no se me revuelve el estomago con el hecho de escuchar tu nombre, más bien se me revuelve el mundo, la vida y lo que sigue. me dejas en una incertidumbre, un caos-vacío y soledad. acto seguido, me viene una sed, una sed que me dura semanas y que para calmar solo acepta a la ciudad como elixir.
Una sed que se va acrecentando, como la frecuencia de tu ausencia.
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