Me gustaría poder decirte que mi corazón es atómico y que se
encuentra en su estado más puro, en donde solo se ve afectado por la química de
las situaciones. Que está distribuido eficientemente. Que es exacto, puntual y
latente. Pero lamentablemente no es así. Es simplemente un corazón ordinario. Al
menos cuando está lejos del tuyo lo es.
Lo que si te puedo decir, es que cuando llegan a encontrarse
se vuelven atómicos. O esa es la teoría que tengo. De los dos corazones al encuentro en medio
de la ciudad. Causando una fisión
nuclear, ya sabes compartiendo sus partículas el uno con el otro. Una mezcla
que desprende energía. Es entonces cuando se pueden tener escenarios distintos.
Podría dar como resultado una fuerza nuclear fuerte, pero eso es algo muy breve
como una aventura. No pasar más allá del hola y terminar como una fuerza débil.
Pero a nuestro caso en particular -que es como me gusta catalogar a todo esto
que ha venido sucediendo- me gusta pensarlo como una fuerza electromagnética. Que cambia constantemente entre la repulsión y
la atracción – lo cual podría explicar porque te encuentro aleatoriamente- Con un
alcance infinito, más allá de mi comprensión.
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