Eres un jardín de azares, de dulces azafranes;
emoción constante con la sutileza de una flor,
entre huertos abiertos y climas feroces florece tu espacio,
que breve y conciso se abre paso entre hierbas hirientes y silencios prolongados.
No pienses la primavera, ni el invierno, siquiera la noche que acecha la pérdida involuntaria de la orientación,
lo mejor es perderse de manera voluntaria entre la maleza y dejar que el alba nos regrese el sentido de pertenencia.
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