De febrero no queda nada, ni las calles llenas de basura y
adornos san valentinescos; ni la señora loca que sale pidiendo cigarros en las
mañanas. ni me vecino molesto empujando carros con su camioneta mientras grita
por cosas sin sentido a su retrovisor. algunas cosas parece que quieren
agarrase fuertemente a los postes, como para darle algo de sabor a marzo, pero
las barredoras nocturnas hacen lo suyo con los pobres diablos.
En resumen: yo quería desaparecer y no saberme ni yo, pero
en medio de una fiesta un tipo tuvo un arranque de inspiración que manifestó
gritando –¡Reclama lo que es tuyo!- lo
cual en su momento me pareció gracioso pero la idea ya estaba en mi cabeza a la
mañana siguiente y a la mañana siguiente de esa, entonces creo que tiene algo
de razón.
¿Por qué debería andar uno por el mundo como cediendo y dejando todo indicio de disputa, sin siquiera dar lucha?
Todo esto aunado con las derivas urbanas y suburbanas que se
llevan los días y los pocos atardeceres soleados entre niños jugando fútbol, ha
desentrañado una sensación meramente familiar; también la sensación extraña de besar
espaldas –para mi defensa quiero agregar que de verdad era una espalda muy bonita
y ya.-
Hola.
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