Me gusta que seas invisible, que
andes por el mundo con el cuerpo descalzo; vas como dejando reminiscencias de
tu paso, causando alborotos y situaciones diversas. el metro sigue con ese
retraso ciclónico que me viene fastidiando, pero,
¿Qué hacía yo antes de quejarme del metro?
probablemente nada, tal vez solo
andar trazando rutas inciertas, esperando a que me tomarás por asalto; en esta
ciudad ya todos se violentan sin la menor provocación, así que no te sientas
culpable de hacerlo.
Eres una especie de mapa, en una
frecuencia que apenas y puedo distinguir; mi experiencia subjetiva, que vas
narrando lo que acontece, que vas aconteciendo mientras el sol cae con los
cuarentaytantos grados que sabe.
Me sabes lejos, pero el plano onírico
se encarga de recordarme lo cercano de tus gestos, de los movimientos bruscos -
que pueden poner en peligro a cualquiera en esta ciudad- que se amontonan en
capas, mismas que van creando una experiencia única de tu ausencia e invisibilidad.
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