Me gusta saberte debajo de las cobijas, con voz tenue y
fugaz; escondida de las premisas de la convivencia. Con un tono distinto al que
siempre estas dispuesta, con un tiempo distinto y carácter difuso, pero alegre.
No me importaría pasarme la noche
esperando que se difumine la distancia o que se vuelva tangible, pues todo este
concepto de alejamiento es meramente post-romántico.
De cierta manera el extrañamiento es una alienación crónica con
tu recuerdo, tu partida y tu regreso; todo esto en diversas etapas. en este
momento puedo decir con certeza que podría estar en la etapa terminal de tu
partida, lo cual se podría titular: Tu regreso. para estas instancias, tu
regreso es una forma de partida, que se viene asemejando a un alejamiento de
todo lo que se sobre ti y respecto a cómo
van mutando las imágenes mentales.
La semana se viene derritiendo en este viernes, un viernes
que me sabe a kundera; la desesperación absoluta de no hacer nada, mientras las
calles siguen con su vida habitual de viernes. en ese sentido, me gustaría despertarme,
despertarme en la vida y que inundaras con tu luz la habitación, pues no hay
mejor color que el que tus labios saben dar con sutileza.
En momentos como este, mi única preocupación constante es
saber si debería cortarme el cabello o dejarlo que siga interfiriendo con mi
vida, mis decisiones y mi visión.
Supongo, entonces: es viernes y hace calor.
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