En cualquier momento, alguien llegará y me preguntará que
tal va el año. Sinceramente no lo sé, pues apenas van dos días y no soy tan
optimista como para pensar que todo va bien. Por otra parte están los tipos que
piensan que todo es igual, tienen los mismos vicios y los mismos placeres, pero
sienten algo de falsa renovación.
Por mi parte, tengo las mismas 5 palabras atoradas en un
lugar de mi cerebro. No es un nombre personal ni un lugar a donde ir. Tengo ganas
de ser. Quiero un café bien cargado para seguir girando sobre mi cama. Resulta que
la ciudad está ahí y yo estoy de este lado de la ventana, mi cámara no tiene
rollo. De pronto me da un miedo terrible de crecer, pero supongo que hay
ventajas como pagar impuestos y los seguros de vida. En mi declaración no hay
nada que agregar, resulta que los dulces y los preservativos no son deducibles.
Tengo que aprender a escribir.
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