Esta noche te voy a escribir. Eso lo sé porque siempre que
te escribo, uso las hojas traseras de la moleskine. Siempre al revés, como todo
lo que hago en la vida. Creo que podría tolerarte con tu insoportable cabello
corto. Esto que te estoy escribiendo no tiene ninguna finalidad. Cualquiera podría
tomarlo de manera personal, pero en realidad sabes que eres tú. Odio las noches
de domingo con todo el ruido que implican. Si estiro mi mano puedo alcanzar el medallón
que no tiene ninguna finalidad.
De un momento a otro quisiera que mi sueño desapareciera
unos momentos. Podría ver las cosas que suelo perderme al salir el sol. Desde que
todo esto sucede, parece siempre la misma noche. Alguien toma mi botella y se
lanza a la búsqueda de una excusa idiota.
Todo parece estar en orden. Mi cartera tiene algunas
direcciones que no puedo comprender.
¿Sabes que llevo una piedra en este
momento?
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