El perderme entre la tranquilidad caótica de las calles, es
mi rutina predilecta para encontrarte.
Las banquetas dañadas y ocupadas por puesteros me han dado cierta
habilidad para escurrirme entre la gente. Sé que la noche me ha robado tu atención
de nuevo, así que solo me queda esperar el cambio de luz en el semáforo. Al cruzar
no puedo negarme al incesante duelo de miradas. Mi rutina para estos casos es
tomar la mayor cantidad de aire posible y caminar aprisa, pues siempre siento
como si las personas me robaran poco a poco el aire al caminar cerca de mí.
Algunas otras veces me gusta ver a las personas que van muy
metidos en sus asuntos, porque en breve me llevan a su mundo con la mirada
perdida que suelen tener. Son lugares alejados de donde nos encontramos, pero
cercanos a problemas comunes como pagos y situaciones sentimentales.
Cuando todo el alboroto ha concluido, siempre me gusta
entablar una que otra conversación con mi cigarrillo. Suele ser un buen
consejero, además de frenarme el ritmo presuroso que suelo llevar. Los
escalones son otra historia, me gusta ponerles toda la atención del mundo. Hay gente
que sube los escalones a prisa y de mal modo. Bah. Nunca van a disfrutar el
hacer las cosas bien. Probablemente son del tipo de gente que no sigue el uso
de separar la basura ni de usar carriles de alta velocidad.
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