Se siente un vacio creciente, como la luna de octubre. El fresco
por las mañanas y las lluvias repentinas me están volviendo un ser melancólico. Así que he decidió andar por lugares de la ciudad que no suelo frecuentar.
En
sus mundos las relacionas humanas son extrañas y bizarras y aun así suena más
factible que cualquier relación que pudiera llegara a tener. Ellas lucen distraídas y poco a poco
se van mezclando con la vida habitual de él. Llega un momento en el que es difícil
distinguir quien ha mutado en el otro. Luego viene una ruptura que deja de lado
cualquier espacio blanco que pueda surgir. En algún punto cualquiera de los dos
piensa como ha llegado a esa situación.
Mi entrenador me ha recomendado que
deje de visitar a mi terapeuta, en cambio mi terapeuta he dicho que deje de
salir. Que en estos casos no hay nada que hacer y la cama es una zona segura
para soñar sin limitantes mientras se espera lo inevitable. He tenido algunos episodios
de ansiedad mientras buscaba las aspirinas.
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